lunes, 22 de noviembre de 2010

Santa María de Sangüesa


Principal ejemplo de portada monumental románica de Navarra. Data del siglo XII y primeros años del XIII. Ese siglo vio el asentamiento de francos en el Burgo Nuevo sangüesino y el abundante paso de peregrinos por el Camino de Santiago aragonés.
1131: Alfonso el Batallador dona el palacio real junto con su iglesia a la orden de San Juan de Jerusalén, encargada dela atención a los peregrinos. La iglesia fue ampliada para servir de parroquia. A esta época se atribuye la construcción de la cabecera; el cuerpo de las naves junto con la portada que estudiamos es algo posterior, de finales del siglo XII y comienzos del XIII.

Descripción

La portada de Santa María se abre en el muro sur o lado de la epístola. Conjunto rico, pero también abigarrado y con cierto desorden debido a la participaciónde distintos talleres y su elaboración en distintos momentos.
En la portada podemos distinguir dos cuerpos, que forman dos bloques unitarios, a los que hay que sumar las enjutas, encuadradas físicamente en el primer bloque, pero que forma un conjunto desordenado sin unidad.
a) Bloque inferior o primer cuerpo: arco apuntado (románico final) con varias arquivolatas sustentadas en estatuas-columnas.
  • Posible taller francés (recuerda a la catedral de Chartres).
  • Escultor: Leodegarius (firma una de las estatuas-columna de la portada, en concreto la de María, madre de Cristo, que señala en el libro que lleva entre manos el nombre del escultor)
  • Último cuarto del siglo XII.
  • Juicio Final.
  • Partes:
    • Estatuas-columnas: Izquierda: Tres Marías (habían recibido del ángel la noticia de la resurrección, por lo que suelen aparecer en las portadas bajo el juicio final. Ej. Autum). Derecha: San Pedro, San Pablo y un ahorcado (¿Judas?). Rasgos formales románico: alargamiento de las figuras adaptándose al marco de la columna, hieratismo en los rostros, ausencia de naturalismo en unos pliegues más dibujados que tallados. Capiteles con escenas bíblicas: lado izquierdo, visitación y anunciación (en un mismo capitel), presentación del niño en el templo; lado derecho, juicio de Salomón (prefigura de Cristo como juez sabio).







    • Tímpano: Juicio Final. Perspectiva jerárquica: mayor tamaño de Cristo juez, coronado y con un nimbo crucífero, con una túnica clásica que le deja medio pecho descubierto, y en actitud de bendecir
      A su derecha están los elegidos para el cielo. A su izquierda, el arcángel San Miguel pesa los actos humanos en una balanza. Tres almas se han salvado y se dirigen orantes hacia el lado opuesto; el resto son almas condenadas que caen al infierno, simbolizado por monstruos (el Leviatán).
      En el friso inferior del dintel y bajo una arquería, vemos la figura de la virgen con el niño, como intercesora bajo el Cristo juez, y a los apóstoles, asesores de Cristo.
      Finalmente, las ménsulas sobre las que apoya el tímpano están ocupadas con cabezas de animales: el buey símbolo de la mansedumbre y docilidad, a la derecha de Cristo, bajo el espacio correspondiente a los salvados; un monstruo que traga a tres hombres a la vez, en el lado correspondiente al infierno románico. 

    • Arquivoltas: Encontramos la personificación de vicios y pecados (lujuria, avaricia), personajes de los distintos estamentos de la sociedad (clérigos, militares, herreros. Zapateros, músicos, bailarinas, …), patriarcas y profetas del Antiguo Testamento.














b)   Bloque superior o segundo cuerpo. Realizado durante los últimos años del siglo XII y primeros del XIII. Aquí el tema representado es la Maiestas Domini con el Tetramorfos, flanqueado por dos ángeles (que trae también recuerdos de la Catedral de Chartres) y acompañado de un Apostolado (conjunto de los 12 apóstoles). Las figuras se disponen ordenadamente bajo un marco arquitectónico, adintelado en el caso del Pantocrator y semicircular en el de los ángeles y apóstoles. A estos no los diferenciamos el uno del otro, salvo a San Pedro y Santiago  que son los únicos que poseen atributos simbólicos (las llaves y el bastón).

Se atribuye este cuerpo al taller del Maestro de San Juan de la Peña, nombre que recibe por haber trabajado en el claustro de este monasterio oscense. Se cree que es un artista de origen hispano. Sus rasgos estilísticos son muy originales: canon corto y grandes ojos abultados, vestiduras pegadas al cuerpo, con pliegues paralelos de forma circular.
















C) Las enjutas: no hay uniformidad en la autoría ya que participan talleres distintos (se reconocen obras tanto del taller de Leodegarius como del Maestro de San Juan de la Peña). Los temas tratados son muy variados e incluso repetidos: Adán y Eva, Matanza de los inocentes, restos de un tretamorfos, imágenes de pecados (ira,…), la lucha de un caballero contra un dragón, oficios (herrero), animales del bestiario (grifos, arpías, basilisco), ménsulas fuera de su marco (león protector) y canecillos (hombre que sale de la boca del león). Conjunto desordenado, quizás fruto de un rearme de la fachada a comienzos del siglo XIII.


Además de todo esto, no hay que olvidar que formalmente, la portada presenta, además de sus rasgos peculiares, las características de cualquier obra escultórica románica: huida del naturalismo, figuras hieráticas, ausencia de fondos y perspectivas, rigidez, geometrismo, simetría, “horror vacui”.

Significado

El camino de peregrinación era un camino penitenciario. La entrada de un peregrino a la iglesia a través de una portada que representaba el juicio final debía servir para reforzar la idea de que la peregrinación tenía un sentido, de que al fin y al cabo todos, según esa lectura, eran peregrinos en este mundo en espera del otro, después de un juicio para el que la propia peregrinación les preparaba. Entrar en la iglesia y dirigirse al presbiterio era ya imagen del paso del mundo terrenal al mundo celestial, de redimir las penas y mirar con esperanza la salvación de Cristo.

También es común al resto de obras románicas, por un lado, el sentido pedagógico de las representaciones sagradas, para los peregrinos que a veces no sabían leer y aprendían a través de las imágenes; por otro, el empeño por decorar dignamente las construcciones más importantes en los espacios más visibles, como es la puerta del templo.


 





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