lunes, 15 de noviembre de 2010

Catedral de Santiago de Compostela




 Contexto

Mayor templo románico español, con los rasgos de las basílicas de peregrinación francesas. Según la tradición cobija los restos de una necrópolis romana, donde se encontraría la sepultura del apostol Santiago, redescubierta a comienzos del siglo IX, por el obispo Teodomiro, reinando en Asturias Alfonso II. 

La catedral románica sustituyó a un templo levantado durante el reinado de Alfonso III (finales siglo IX-comienzos siglo X) y al parecer arrasado por Almanzor a comienzos del siglo XI, que ya por entonces había quedado pequeño y pobre para los miles de peregrinos que llegaban a venerar la tumba del apostol Santiago.

La catedral románica se inició en el año 1075, promovida por el obispo Diego Peláez y el rey Alfonso VI, consagrándose definitivamente en el año 1211. Son más de cien años, lo que supone que la autoría del templo es múltiple:
  • Los maestros Bernardo el Viejo y Roberto (¿franceses?): cabecera.
  • Maestro Esteban (co. siglo XII), contemporáneo del obispo Gelmírez: fin de la girola y el transepto.
  • Los maestros Bernardo el Joven y Mateo. Último tercio del siglo XII (1168), reinando el rey Fernando II. El Maestro Mateo ha pasado a la historia por la realización del pórtico de la Gloria y de la cripta que hay bajo él, necesaria para equilibrar el enorme desnivel del terreno, así como del coro románico, desmantelado a comienzos del siglo XVII. 
Aunque en el interior se reconocen hoy claramente los rasgos románicos, el exterior ha variado mucho, sobre todo, desde el siglo XVIII, revistiéndose de una estética barroca: fachada del Obradoiro (Casas y Novoa), fachada de la Azabachería, torre del reloj,...

Con estas imágenes puedes apreciar los cambios sufridos por el templo desde la época románica (primera imagen) a la actualidad.  Nosotros vamos a describir lo que fue propiamente el templo románico.
Descripción

Planta: Recuerda a la de San Saturnino de Toulouse.

San Saturnino
Santiago de Compostela



Es un templo de planta de cruz latina con un transepto bien marcado. Tanto el cuerpo central, (dividido en 10 tramos), como los dos brazos del transepto (divididos en 6), presentan tres naves, la central más alta y ancha que las laterales. Detrás del altar se extiende la girola para el paso de los peregrinos por detrás del ábside hacia las reliquias del Apóstol. En ella se aprecian cinco capillas o absidiolos, con sus altares, el central de planta cuadrada (coincide probablemente con los restos de las primitivas iglesias de origen astur). Finalmente, en cada brazo del transepto se abren dos capillas.



En el exterior debía destacar la proliferación de torres, nueve en total. Dos en cada extremo del transepto, otras dos en el punto de unión entre el cuerpo central y el crucero, dos más flanqueando la fachada situada a los pies y una última coronando el crucero (Cimborrio sobre trompa[1]).  El acceso al interior se podía realizar a través de las tres portadas: la de los pies (Pórtico de la Gloria), y las de los transeptos (Puerta de Platerías y la de Azabachería, siendo esta la única que hoy no conserva ningún rastro románico).
Puerta de Platerías

Pórtico de la Gloria



En el interior destaca la nave central que duplica la anchura de las laterales. Macizos pilares cruciformes con medias columnas adosadas reciben los arcos fajones y formeros, estos dobles y peraltados. 
 

                                          

Por encima de estos se dispone la tribuna. Junto a su finalidad litúrgica, ampliar el espacio y dar cobijo en caso de necesidad, cumplía una doble función estructural: desviar la presión de la cubierta hacia los laterales y los contrafuertes exteriores y dar luminosidad al interior. Se abre a la nave central mediante columnillas geminadas que sostienen dos arcos cobijados bajo uno más grande, de medio punto ligeramente peraltado (reminiscencias astures).
 



En el caso compostelano, la nave central se cubre con bóveda de cañón reforzada con arcos fajones de medio punto. La girola y las naves laterales se cubren con bóveda de arista, mientras que los ábsides lo hacen con bóvedas de horno, y la tribuna con cuarto de cañón. El crucero quedaría cerrado con una cúpula sobre trompas.



La luz en la catedral entra a través de ventanas abiertas en la tribuna, las abiertas en las naves laterales, los vanos de las portadas y a través del cimborrio. Los edificios románicos suelen ser de gran oscuridad, mayor si tenemos en cuenta que casi todos los vanos quedaban cubiertos mediante celosías de piedra, placas de alabastro o vidrio poco traslúcido. Eso favorecía el silencio y recogimiento, pero la razón principal era la incapacidad técnica para abrir grandes vanos en una estructura que debía mantener los muros para poder soportar el peso de las cubiertas de piedra, en el caso de esta catedral, todo de perfecta sillería, fundamentalmente de granito.
No vamos a insitir en la riqueza escultórica de las portadas románicas, aunque añado algunas imágenes que comentaré en clase. Su estética marcó el gusto escultórico gallego hasta el siglo XV, en el que se seguía imitando la obra del maestro Mateo, aunque el románico pertenecía ya a la historia.

 Función y significado

Es doble, por ser Catedral del arzobispo y a la vez, iglesia de peregrinos. Catedral significa templo donde un Obispo tiene su “cátedra”. Como meta de los peregrinos era un lugar santo, junto con Roma y Jerusalén, desde el milagroso hallazgo de la tumba del apóstol Santiago a comienzos del S. IX (Alfonso II). Este hecho es esencial y está cargado de leyendas. Como tarea busca alguna que ilustre la importancia del hallazgo o de las peregrinacines medievales.

               

Como ocurre en otras iglesias románicas, la catedral de Santiago responde a un patrón arquitectónico en el que el simbolismo, la proporción y la geometría rigen buena parte de los elementos constructivos. El templo románico suele estar orientado hacia el este. La cabecera, lugar donde se localiza el altar y la presencia de Dios es más patente, está orientada hacia el nacimiento de la luz, identificada con Cristo resucitado. Los fieles que acceden por las portadas, inician un camino desde el pecado hacia la salvación. Refuerza ese simbolismo la planta imagen de Cristo crucificado. El fiel se dirige hacia la cabeza, que es Cristo, cabeza de la Iglesia.



A este simbolismo formal se añade el numérico, que determina las proporciones del edificio. En Santiago de Compostela el módulo que reproduce es un cuadrado de 4x4. Se ve claramente en los tramos de las naves laterales y del transepto, que miden esos metros. Esta medida fija las restantes (la anchura de la nave central es de 8 m.) El templo es un microcosmos que debe revelar la obra de Dios que es perfecto. De todas las criaturas creadas por Dios, el ser humano es el que mejor exterioriza dicha perfección. El canon o el ideal de hombre perfecto en la mentalidad medieval, heredera de la tradición clásica es el “homo quadratus”, que presenta una altura idéntica a la anchura de sus brazos extendidos: un cuadrado que formalmente recuerda al Cristo crucificado. La literatura medieval hace constante referencia a este simbolismo, que fue ocultándose bajo las sucesivas alteraciones y modificaciones de las obras románicas.



[1] Trompa: Pieza semicónica con el vértice en el ángulo de dos muros y la parte ancha hacia afuera, en saledizo. Sirve para transformar una planta cuadrada en octogonal.




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